Relatos de escalada

Nevados de Ecuador y Quito Colonial, Ángel N. Bedoya Maruri, 1976

<em>Alexander von Humboldt</em> y Aimé Bonpland al pie del Chimborazo. Autor: Friedrich Georg Weitsch (1758–1828)

Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland al pie del Chimborazo. Autor: Friedrich Georg Weitsch (1758–1828)

Durante la permanencia de casi ocho meses en la Provincia de Quito, Humboldt empleó parte del tiempo visitando los volcanes y en examinar una a una las cimas de Pichincha, el Corazón, el Antisana y el Illiniza, pasando de quince días a tres semanas en cada una de ellas y regresando siempre a intervalos a la ciudad; de donde partió el 9 de junio de 1802 para ir a los alrededores del Chimborazo situado en la parte meridional de la provincia.

Desde Lima comunicó a su hermano Wilhelm:

En nuestro viaje al volcán de Antisana el tiempo nos fue tan favorable que subimos hasta una altura de 2.773 toesas (5.407 mt). El barómetro bajó en esta alta región hasta 14 pulgadas y 27 líneas y la escasa densidad del aire nos hizo brotar sangre por los labios, las encías y aún los ojos. Sentimos una extrema debilidad y uno de nuestros acompañantes se desvaneció. Hasta ahora se había creído imposible subir más arriba de la cima del Corazón, a la cual había llegado La Condamine y cuya altura es de 2470 toesas. El análisis del aíre traído del punto más alto de nuestro viaje nos dio 0,008 de ácido carbónico sobre 0.219 de oxígeno”


Fuente: Diario el Comercio, artículo "Rústica casa a los pies de un volcán evoca el paso de Alexander Von Humboldt por Ecuador", 15 de julio de 2017

La casa donde vivió Humboldt algunas semanas mientras visitó el Antisana (1802)

La casa donde vivió Humboldt algunas semanas mientras visitó el Antisana (1802)

En medio del frío y rodeada de pajonales a los pies del volcán Antisana, una rústica casa digna de postal recuerda el paso hace más de dos siglos por la cordillera de Ecuador del naturalista alemán Alexander Von Humboldt, etiquetado en algunas biografías como el "padre de la Geografía" moderna.

Situada en un área adquirida por la Empresa de Agua Potable de Quito (EPMAPS), para proteger el líquido vital que va al sur de la capital ecuatoriana, se alza esta casa con mampostería de adobe y una estructura de madera que sirve de soporte al techo de paja.

La casa es "testimonio de la ascensión de Humboldt. Estuvo en el Antisana, en el Chimborazo, haciendo una descripción muy detallada, muy científica de las plantas y de la fauna que había en esa época en el país", dice Pablo Lloret, gerente de Ambiente de (EPMAPS).

Sus estudios sirvieron para que "muchísimos" ecólogos y ambientalistas pudieran "determinar una especie de línea de partida, una línea base de muchas especies: en dónde estuvieron, a qué altitudes y cómo se comportaban en la época" en comparación con lo que se tiene ahora, apunta.

Para quien se encuentre con la casa en una de las esquinas del páramo, rodeada de pajonales despeinados al viento, y desconozca su importancia, una pequeña placa colocada el 16 de marzo en 2002 da cuenta de su noble inquilino.

"HUMBOLDT. Hace 200 años, en un día como hoy Alexander von Humboldt, gloria de la ciencia y verdadero descubridor de América, visitó y ascendió al Antisana para desentrañar sus secretos", reza una ya deteriorada lámina de metal en la parte frontal de la casa.

Viajes Científicos a los Andes Ecuatorianos, M. Boussingault, 1849

Jean Baptiste Boussingault, químico frances (Febrero 02, 1802 – Mayo 12, 1887).

Jean Baptiste Boussingault, químico frances (Febrero 02, 1802 – Mayo 12, 1887).

En cuanto a la temperatura del límite inferior de las nieves permanentes bajo el Ecuador, he adoptado la de 1° 5 cent, dada por M. de Humboldt. Con la esperanza de recoger algunos datos sobre la temperatura de los nevados, subí a muchos: en el Antisana a una altura de 5460 metros, descubrí una caverna en el hielo, mas el suelo era tan movedizo que no me pareció prudente entrar solo, y el Indio que me acompañaba y que hubiera podido retenerme con una cuerda, fue atacado súbitamente de vértigo, con frecuentes pulsaciones, rostro encendido y los ojos dislocados. Apenas pude observar mi termómetro en un agujero de 14 pulgadas de hondo en la entrada de la caverna; la temperatura que él indico fue un grado y siete decimos bajo cero, - 1° 7, mientras que otro termómetro al aire libre y a la sombra indicaba al mismo instante cero.

Me propuse subir por segunda vez al Antisana, y hacer otra tentativa para penetrar en la caverna, pero aquella misma noche quedamos ciegos, el coronel Hall que se había quedado sobre la plaza nevada, el Indio, un negro que cargaba el barómetro y yo. Después de mi curación, hice algunas excursiones sobre los nevados, pero nunca tuve la fortuna de hallar como en el Antisana un lugar a propósito para determinar la temperatura media.

Nevados de Ecuador y Quito Colonial, Ángel N. Bedoya Maruri, 1976

<em>Wilhelm Reiss</em> (13 Junio 1838 – 29 Septiembre 1908), Geólogo y Explorador Alemán

Wilhelm Reiss (13 Junio 1838 – 29 Septiembre 1908), Geólogo y Explorador Alemán

El 8 de enero de 1872 salió a caballo de Quito a través de la profunda comarca del valle de Chillo hasta anochecer en Pintag donde pernoctó mientras organizaba el personal de la expedición; de ahí en adelante tuvo que tolerar el movimiento lento de la caravana de diez y seis arrieros en continuas disputas con “melenudos peones” y sólo a los dos días pudo llegar a la última casa, situada en pleno páramo a 4.075 m. de altura, al pie del nevado.

¿Cuál fue el panorama que improntó?

“Desde la casa y sobre todo desde una colina cercana, la vista es maravillosa, muy inmediatamente se levantan las tres cúpulas nevadas del macizo de Antisana en cuyo cráter penetra la mirada por un profundo corte de circunvalación: Chuzalongo y Chacana se muestran al norte y hacia el sur abraza en el primer plano innumerables lomas bajas y grandes planicies y entre ellas numerosos lagos el más grande de estos Micacocha pasa de media legua de largo (3.951 m.)”.

Pero la mirada más grandiosa presenta el Antisana, cuyos declives cubiertos de formidables masas de nieve y hielo a cada rato cambian de forma según la iluminación solar. De la prístina cubierta, salen a la luz corrientes de lava completamente fresca...

Viaje a Través de los Majestuosos Andes de Ecuador, Edward Whymper

Volvimos a partir el 9 de marzo a las 12.55 p.m., llegamos al pie del canchal a las 2.40 y a las 4 p.m. estaba todo nuestro equipaje en el lugar del campamento, (15,948 pies). Los naturales regresaron con Veriti a la hacienda, dejándonos al extremo de la morena, en el borde derecho del glaciar.

Volcán Antisana, pintado por <em>Edward Whymper</em>

Mientras nos hallábamos en camino nos sorprendió una furiosa tempestad de granizo que se convirtió después en una fuerte nevada; pero, la temperatura no descendió en la noche hasta el punto de congelación, y a las 4 a.m. del día 10 se mantenía en 40 Faht.

A la madrugada, el tiempo se presentó dudoso, y esperamos hasta que aclarara la mañana para observar cómo se desenvolvía. Los Carrel y yo salimos a las 5.38 a.m. y anduvimos con rapidez, sacando considerable ventaja del camino hecho el día 7, que se veía muy bien, a pesar de que habían caído varias pulgadas de nieve reciente. A las 7.30 a.m. se formaron nubes alrededor del punto más alto de la montaña, que permaneció invisible hasta la tarde. Cerca de las 8 a.m., cuando nos aproximábamos a la cumbre, caímos en un laberinto de quiebras, y nos costó dificultad encontrar un camino entre ellas. Las hendeduras del hielo, en la parte superior del Antisana, alcanzan grandes proporciones; algunas tienen hasta media milla de largo, 250 pies de profundidad, y de 60 a 80 de anchura. Una las mayores la pasamos por un puente de hielo, y aunque estábamos atados a alguna distancia, todos tres alcanzamos a estar sobre el puente al mismo tiempo. Encima de ellas se escarpaba el declive, y oímos siniestros chasquidos. “Una avalancha” dijimos todos a un tiempo; pero no ocurrió ningún deslizamiento de nieve. Luego, disminuyeron las gradientes, cesando después, y terminaron los declives.

Mi acariciado sueño de una ilimitada vista de la hoya amazónica se destruyó en ese instante; las nieblas impedían ver lo que rodeaba a la montaña. La nieve se levantaba aún hacia la izquierda, torcimos nuestro rumbo hacia el N., pero, después de pocos cientos de yardas terminaba la subida en aquella dirección; entonces nos dirigimos al N. O., al O., al S. O. al S.O., al S.E. y, por último, al N. otra vez, teniendo siempre nieve más alta a mano izquierda. Al fin llegamos a un plano de nieve, casi a nivel, en el que no se percibía ninguna tendencia a subir o a bajar y cuyos extremos se perdían entre la niebla. Era la cumbre.

Era aún muy temprano y descansamos alrededor del barómetro, sobre la nieve, con un aire tan en calma, que no se podía decir que el viento soplase de ninguna dirección. A las 10.20 a.m. el barómetro… Si esta determinación, y la subsiguiente del Cayambe, son correctas, resulta de ellas que el Antisana ocupa el tercer lugar entre los altos Andes del Ecuador.

Después que hubimos descendido un poco, las nubes se despejaron lo suficiente para dejarnos ver que habíamos estado en la cima y que la parte nevada de la montaña se extendía a larga distancia por el N. O. Como nos sobraba bastante tiempo dimos una vuelta en busca de cráteres, sobre la cresta curva que conecta los picos más próximos con los más distantes del Antisana, y pudimos ver un glaciar en extremo precipitoso, al otro lado de ella. No vimos ningún cráter abierto, ni nada que se le asemejase, en ninguna parte de la montaña, aunque el 7 de marzo, cuando nos hallábamos detenidos al borde de la gran hendedura, nos alcanzaron varios soplos de vapor muy sulfuroso. El Dr. W. Reiss dice en Proceedings de 1880, de la Sociedad Geográfica de Berlín, que hacia el E., cubierto por un glaciar, hay un cráter, del que se levanta un vapor impregnado de azufre, y presumo que debe referirse a la hoya que vimos debajo de nosotros, hacia el E.

Una hora más tarde nos hallábamos casi al borde de los declives nevados, con solo una milla de un ligero descenso sobre un glaciar casi plano, entre nosotros y la tienda. Discutimos sobre si nos desataríamos para tener mayor libertad de movimiento; pero, resolvimos lo contrario, por hallamos tan cerca del campamento, y continuamos bajando con tanta rapidez como nos era posible, a unos 15 pies de distancia, uno de otro, Luis delante y Juan Antonio detrás de mí. De súbito, en un abrir y cerrar de ojos, cedió la superficie del suelo ante mí, y caí por la puerta de una trampa, casi arrastrando a los otros dos en mi caída, y unos segundos después me encontraba columpiándome entre dos cubiertas paredes de glaciar, que se unían a setenta pies por debajo.

Las voces de los dos primos eran inaudibles para mí, pues el hueco no era mayor que mi cuerpo, y ellos no se podían aventurar a aproximarse a él. Me levantaban con lentos y anhelosos tirones, temiendo que se cortara la cuerda en los cristalinos bordes; pero, antes de que mi cabeza llegase a la superficie, cedía una parte de la frágil estructura, y yo volvía a bajar. Después de repetir esta operación por varias veces, Juan Antonio, viendo que serían infructuosos sus esfuerzos mientras permaneciesen en lados opuestos, saltó la hendedura y, uniéndose los dos primos me sacaron del subterráneo de hielo a la superficie, de un solo tirón, después de haber perdido mi gorro, que fue el peor resultado del hundimiento.

Esta fue una de las muchas ocasiones en que vi la ventaja de estar acompañado, en esta clase de excursiones, por buenos guías alpinistas. Después de veinte minutos estábamos en el campamento, donde nos esperaban los otros, y a las 6.40 p.m. nos hallábamos de regreso en la hacienda, después de haber gastado algún tiempo en aumentar nuestras colecciones…

Libro Montañas del Sol, de Serrano, Rojas y Landazuri

Augusto <em>Nicolás Martínez</em>: Científico Ecuatoriano, Montañista, Granjero, Investigador y Educador, Ambato 1860 - 1946.

Augusto Nicolás Martínez: Científico Ecuatoriano, Montañista, Granjero, Investigador y Educador, Ambato 1860 - 1946.

A las 4 de la tarde, después de atravesar el hermoso valle de Chillo, llegamos al pueblo de Pintag en donde nos detuvo, por más de una hora, una furiosa tempestad de rayos y granizo. Nunca he visto tempestad igual: aquello parecía un cataclismo, un principio del fin, una vuelta al caos; los rayos se sucedían sin interrupción: pude contar hasta veinticinco relámpagos en un minuto y los granizos que caían eran enormes, midiendo algunos, más de 2 cm de diámetro. Cuando volvió la calma, pasadas las 5 de la tarde, seguíamos nuestro camino con algo de lluvia todavía y así llegamos a los famosos callejones de Yana-Compañía. Quien no los haya recorrido después de lluvia, no sabe lo que son esos callejones: zanjas profundas de suelo pendiente y desigual, con taludes perpendiculares y coronados de maleza; llovido aquello es infernal, y sin la enorme capa de granizo acumulado en el fondo, en la que se hundían los remos de los caballos hasta las rótulas no hubiéramos llegado a Pinantura con los huesos sanos.

Pero con todo, los dichosos callejones de Yana-Compañía, no es la parte peor del camino, pues, poco más adelante se encuentra la quebrada del Guapal, que forma el desideratum de los caminos pésimos...

Llegamos a la gigantesca helera que los indios llaman “Los Crespos”, situada al Suroeste; por allí era imposible subir. Es aquello un amontonamiento de enormes bosques de hielo, grietas, cuevas, despeñaderos, torrentes; se diría que son las ruinas de un inmenso, incomparable monumento de mármol, destruido por un poder sobre natural. Es de ver como juega la luz en ese hacinamiento de témpanos; todos los colores imaginables se hallan allí de una magnífica caverna, formada por hielo azul se escapa el torrente que pasa por delante de casa, y cuyo curso habíamos seguido. Por toda la extensión del ventisquero, se oyen ruidos misteriosos, como si la inmensa mole de hielo estuviese animada.

Otras rutas abiertas
Cumbre Sur (5706m), Cara Nororiental: Rómulo Pazmiño, Leonardo Droira y Eddie Bernbaum1964
Cumbre Nor-Oriental (5708m): Santiago Rivadeneira, Leonardo Meneses y Hugo Torres1972
Cumbre Oriental (5681m): Miguel Andrade y Hugo Torres1974
Cumbre Sur (Cara Nororiental): Mauricio Reinoso, Jorge Anhalzer y Hugo Torres1982
Cumbre Sur (Arista Suroriental, Vía de la Plegaria): Oswaldo Freile y Gabriel Llano1993
Vías del 2005 - 2006 a la Cumbre Sur del Antisana2006
-Cumbre Sur (Variante en la Cara Nororiental, Vía Nuevo Amanecer): Nicolás Miranda y Rodrigo Acosta2005
-Cumbre Sur (Cara Occidental, Vía Truenos y Centellas): F. Jácome, I. Espinosa y G. Navarrete2005
-Cumbre Sur (Espolón Suroccidental, Vía Espolón del Chiquitín): R. Sandoval, R. Solari, B. Shlauri, F. Iza2005
-Cumbre Sur (Cara Sur, variante de la Vía de la Plegaria): F. Dueñas, F. Varela, F. Salcedo, E. Oña, H. Pineda y A. Lazzati2005
-Cumbre Sur (Espolón Sur, Vía Cosa de Niños Chismosos): N. Miranda, R. Cáceres, S. Carrasco, I. Espinosa2006
-Cumbre Sur (Cara Sur, variante de la Vía de la Plegaria): R. Garrido, M. Moine, J. García. P. García, X. Carrera y A. Lazzati2006
Cumbre Oriental (Primera Repetición): Lenin Almachi, Luis Almachi, Nicolás Páez2020
Primera apertura de una ruta por la caldera: Joshua Jarrín, Juliana García, Francisc Eins2020
Cumbre Máxima del Antisana, Directísima por el Glaciar 15: Marco Solís, Lorena Jima, Santiago Macas, Katy Simbaña, Hugo Ruiz2020
Cumbre Extremo Oriental del Antisana (5614m), CUMBRE DEL ALBA, Lenin Almachi y Luis Almachi2020
Cumbre Sur del Antisana, cara Noroccidental: Marco Solís y Felipe Arpi2021
Antisana, Arista Nororiental a la Cumbre Nororiental: Juan Carlos Torres y Jorge Pilataxi2022

* Pintura de portada: Rafael Troya (1845 – 1920)- El Antisana o La cacería del venado (1918). Archivo Histórico del Banco Central del Ecuador, Quito.

Reserva Ecológica Antisana